Con el tobillo maltrecho, agotado, a punto de ser sustituido, se sacó de la chistera una jugada increíble para dar el 3-1
Los que no quieran leer elogios ni palabras bonitas que no sigan. Pero cualquiera que estuvo ayer en el Reyno de Navarra, sienta los colores de Osasuna y se emocione cuando un chaval de la cantera llega a lo más alto comprenderá porque fue tan especial la tarde de ayer, la tarde en la que Kike Sola destrozó al Atlético de Madrid en su primera vez como titular ante su afición.
El jabato de Cascante da cada día una lección. Lo hizo en su debut en Primera, con dos goles al Betis, lo hace siempre que sale al césped, dejándose el alma, lo hace de suplente, comiendo al reloj cada minuto que le brinda Ziganda, y lo ha hecho, por fin, de titular. No pudo entrenar el joven delantero en toda la semana por una lesión. Se había ganado semana a semana un hueco en el once, gracias a sus méritos y al bajón de Dady. Pero el dichoso tobillo dejaba en el aire su concurso.
Gracias a su tesón y al mimo de los médicos y fisios, Sola estuvo a punto para descabezar el partido. Le costó 52 segundos saltar por los aires la defensa atlética.
En un día en el que todo salía bien, con un juego antológico, un Vela maravilloso (ojalá siempre lo hiciera así), una pelea colectiva en todas las líneas, Sola se erigía en líder, en nombre propio.
La zaga atlética, ridiculizada
La zaga colchonera parecía de porcelana cada vez que percibía el aliento de este mocetón cuyo rostro podría llenar carpetas de adolescentes, pero le ha dado por el fútbol y se lo ha tomado tan en serio que ya nadie lo duda: por fin, por fin, hay un delantero navarro salido de Tajonar que está llamado a hacer grandes cosas, muchos años después de que lo hiciera su entrenador, Cuco Ziganda.
Sola se ganó a pulso la ovación cuando fue sustituido. El jugadón que hizo en el tercer gol es para frotarse los ojos. Dolorido en el pie desde hacía muchos minutos, exhausto, ridiculizó a Perea y Zé Castro y le hizo un regalo a Héctor Font. Hoy es día de regalos para él. Cumple 22 añitos y puede comerse el mundo a bocados.
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